Noticia Mar Chiquita

Una amplia región padeció el domingo 11 de agosto las consecuencias inclementes de una tormenta de sal, que cubrió gran parte del departamento San Justo, afectando incluso a San Francisco y su zona. El fenómeno se debió al fuerte viento norte en la zona norte de la laguna de Mar Chiquita, provocando una nube de baja altitud que generó trastornos evidentes en la circulación por las rutas de la zona, entre otros efectos inmediatos.

Las tormentas de sal están aconteciendo cada vez con mayor asiduidad. La situación actual de la laguna Mar Chiquita es el origen puntual de un fenómeno que tiene consecuencias inevitables en los días en los que ocurre, pero que también puede alcanzar derivaciones a mediano y largo plazo. 
La población de nuestra región, cercana al bello mar de Ansenuza, está expresando su preocupación por los posibles efectos que podría tener para la salud humana y para la producción de la región el fenómeno que se registra cuando el viento supera los 30 kilómetros horas, según los especialistas. A partir de esa velocidad, se levantan los cristales de sal que fueron depositados por la laguna en las márgenes, en su época de crecimiento.
La última tormenta del domingo 11 ha dejado en claro que es necesario conocer con exactitud cuáles son los efectos que se pueden producir. Porque si bien la vida no se ve afectada ostensiblemente más allá de la disminución en el alcance de la visibilidad, algunos relatos permitieron detectar a personas que sienten los ojos irritados, por ejemplo. Y, además, el olor a sal se extiende por toda la región. 
Hace un año cuando se produjo una tormenta de sal importante, un especialista de la Universidad Nacional de Córdoba explicó el fenómeno de la siguiente manera: “Antes no se registraban nubes de sal porque la Mar Chiquita tenía menor tamaño y sus orillas estaban cubiertas de vegetación. Al crecer la laguna rápidamente a fines de los ‘70, el agua mató toda la vegetación y eso es fácilmente observable porque se ven troncos secos por todos lados”. Agregó que, “sin embargo, al volver a bajar después de que en el 2003 hubo llegado a su cota máxima, el agua dejó enormes playas barrosas. Cuando éstas se secan durante la estación sin lluvias hacen que la sal cristalice y quede en la superficie en forma de pequeños granitos, los cuales son fácilmente levantados por el viento cuando supera una cierta velocidad”.
A partir de este diagnóstico, muchas entidades oficiales y privadas fueron convocadas con el objeto de evaluar el posible impacto de las nubes de sal que se generan durante los periodos secos y ventosos en la Laguna de Mar Chiquita sobre la salud humana, el ambiente y la economía de la región.
El primer informe de esta comisión reclamaba el establecimiento de mecanismos de monitoreo, por medio de un Nodo de Vigilancia epidemiológica y la necesidad de establecer el concepto de Caudal Ecológico del río Dulce en la agenda del Comité de Cuenca de la laguna, como una manera de garantizar el aporte de agua en cantidad y calidad suficiente para asegurar el funcionamiento del humedal. Se propuso además un programa de Evaluación del Impacto en el sector agropecuario y la evaluación del efecto de corrosión en infraestructura y equipos, entre otras medidas.
Como se observa, ya desde el año pasado existe la intención de analizar, estudiar y verificar las consecuencias en nuestra región de las tormentas de sal provenientes de la Mar Chiquita. Es importante que los especialistas difundan los resultados de las investigaciones para despejar inquietudes y temores y advertir sobre posibles efectos negativos si éstos realmente existieran.